Summer Love

domingo, 13 de octubre de 2013

CAPÍTULO 4 Narra Camila


 
Le quito el móvil de las manos y veo el número; no me suena de nada... ¿o sí? Saco mi móvil y busco en mis contactos.

-Este no... este tampoco...-murmuro, mientras paso los números con el dedo.

-¿Pero qué haces?-protesta Blanca, poniendo los brazos en jarra-. ¿Es que tú si tienes el número de Harry?

Me paro; ahí está: 663516795. Digo el número en voz alta, y se lo paso a Blanca para que lo vea. Ella lo compara con el de su Whats App. Su mueca se transforma en una de furia.

-Andrés-digo-. Es su número-al ver que ella frunce el ceño, añado-: El chico del Berlín.

-Ah... ya-la furia ha dejado paso a la decepción.

-Te ha gastado una broma, si ya decía yo que no podía ser Harry-sacudo la cabeza, riendo.

Pero a Blanca no le hace gracia, casi diría que mira la pantalla con odio, y en el fondo la entiendo; no hace gracia que justo el día que tus ídolos están en la ciudad-y si además los has visto, peor-, que estás sensible y te crees todo, te hagan una broma como esta.

-Yo voy a volver-dice, sobresaltándome.

-¿Qué? ¿A dónde?-parpadeo.

-Pues al hotel, claro-me responde, como si fuese algo obvio, a la vez que se encoge de hombros.

Se dirige a la puerta y va al baño a llenar la botella de agua, que está vacía. Resoplo, aunque admito que me apetece volver... tal vez hablemos con alguno más, tal vez...

-¡Adiós!-exclama Blanca. Está ya en la entrada, y la puerta está abierta de par en par.

Otra vez en el andén esperando el metro. Cuando llega el vagón, nos subimos a toda prisa.

-Oh... imagínate que nos piden los nombres...-digo.

-... y que nos empiezan a seguir en Twitter-completa Blanca.

-Y nos dan dos besos...

-¡Y un abrazo, muy muy fuerte!

-Y...-voy a añadir algo, pero ella me interrumpe.

-Y nos dan sus números de teléfono, y nos vamos a cenar y...-el ruido del tren al entrar en la estación ahoga su voz.

Salimos corriendo, empujando a la gente, que nos murmura desaprobatoriamente a nuestro paso.

-¡Eh!-recuerdo, cuando subimos por las escaleras-. ¡Esta vez sacamos las pancartas!

Pero Blanca no contesta... y me doy cuenta de que ha aumentado la velocidad, y que se pierde ya entre la multitud. Suspirando, me pongo en marcha para alcanzarla; no me apetece perderme ahora.

Salimos a la superficie, y lo lamento; aquí hace mucho calor. Me extraña que Blanca no haya protestado; ella es muy calurosa. Cuando yo me congelo con chaqueta cuando ella va en tirantes. Se habrá olvidado por las emociones.

Pienso en todo lo que nos ha pasado, y lo recuerdo como un sueño, no como algo real y palpable. Es demasiado perfecto. Lo hemos conseguido, hemos conocido a Liuis... no lo asimilo, y creo que nunca lo haré.

Genial, me he vuelto a quedar atrás. ¿Por qué tanta prisa? Todavía no estarán allí... o eso espero. De pronto me imagino que nosotras llegamos tarde para verles... y empiezo a correr, angustiada. Alcanzo a Blanca, jadeando como una loca. Ella tiene algo de asma, pero ahora parece no afectarle, o lo está ignorando. Yo sólo creo que todo es un sueño...

Llegamos al hotel, por segunda vez hoy, qué locura. Hay menos gente, menos mal. Sin embargo, esta vez estoy más nerviosa, aunque ya haya visto a uno, no me preguntéis por qué; no lo sé, no es lógico.

Nos colocamos casi en la puerta del hotel, y eso porque no nos dejan acercarnos más, que si no ya estaríamos en el cuarto de alguno. Sí, puede que estemos locas, pero ¿qué se le va a hacer? Al menos lo admito. Pero estamos locas a nuestra menera, de manera positiva, estamos locas como Directioners que somos. No se puede explicar mejor, lo siento mucho.

No aparto la mirada de la puerta del hotel en la próxima media hora, aún sabiendo que no saldrán por ahí. Pero mejor mirar a algún lado que a ninguno, o a todos, como hace Blanca; más facil, para mi gusto.

Cada vez que pasa un coche por ahí cerca, Blanca me clava los dedos en el brazo, hincando las uñas en mi carne, por lo que no dejo de emitir sonidos a modo de queja, cosa que queda un poco ridícula.

El tiempo pasa; ya son las cinco, y llegamos a las tres. Varias Directioners se van; unas, porque piensan que ya no les van a ver, otras porque los pesados de sus padres les obligan. Ya solo quedamos nosotras dos y tres o cuatro chicas que juegan a las cartas un poco más apartadas, y que lanzan miradas nerviosas hacia aquí cada vez que Blanca o yo pegamos un grito.

Entonces llega una furgoneta negra, y mi amiga vuelve a apretarme el brazo.

-Ya basta, ¿no?- protesto, auunque sé que no me escucha.

Entonces reparo en que los cristales son negros, y mi corazón da un vuelco antes de empezar a latir desenfrenadamente.

<<Pueden ser ellos, pueden ser ellos...>>.

Grito, a la vez que Blanca, como si nos hubiesen programado, y las chicas de las cartas se levantan de un salto, como movidas por un resorte.

Me doy cuenta de que estamos dando unos saltos que nos darán pinta de canguros cachorros, ridículo, ¿verdad? No quiero ni pensar que dirían nuestros padres si nos viesen así. La hermana de Blanca nos llevaría al manicomnio sin dudarlo, creyéndose la policía; lo veo.

La puerta se abre, y unos guardias se acercan.


lunes, 22 de julio de 2013

CAPÍTULO 3 Narra Camila


No sé que hora es. Llevamos aquí toda la mañana, y tengo hambre. Pero Blanca no se levanta; lleva como media hora en el suelo. No sé qué hacer. Tampoco sé a quién se refiere cuando dice que alguien la ha mirado.
Tiro de ella y por fin consigo que se levante. Anda lento, tambaleándose. Creo que está en estado de shock. Cargo con ella como puedo; tenemos que llegar a casa.
Por fin consigo arrastrarnos hasta el metro, y me desplomo sobre el andén. Pero no tengo mucho tiempo para descansar; el tren llega y cago con mi amiga hasta el vagón, suspirando.
En el trayecto se orienta un poco, y empieza a estar más tranquila. En la medida de lo posible, claro. Acabamos de cumplir nuestro sueño... Casi por completo.
-¿Dónde estamos?-pregunta, y mira a su alrededor-Ah, en el metro...
Sonrío, parece que su mente empieza a estar clara, si es que alguna vez lo ha estado. Creo que se le nubló para siempre cuando escuchó la primera note de “What makes you beautiful”. Yo estoy un poco mejor de la cabeza, o eso creo. Mientras ella no sabe cómo expresarse, yo ni lo intento; me lo guardo. Y no parezco una loca, o un robot estropeado... o peor, un loro cuyo dueño es directioner...
Llegamos a Prosperidad,

 y nos bajamos. Ya no tengo que cargar con Blanca, menos mal. Aunque camina lento, y tardamos bastante en llegar a su casa. Allí, se lanza hacia su hermana pequeña, intentando contarle todo. Pero habla atropelladamente y la niña la mira como si fuera una vieja loca. No la entiende. Y la verdad es que yo tampoco.
Consigo apartarla, y que deje a la pobre en paz. Tras diez minutos tumbada, parece volver a calmarse, y enciende el equipo de música que tiene en su cuarto.
-No me lo creo-me dice.
-Ni yo-admito, a media voz.
Su madre nos llama; la comida está preparada. Ahora sólo falta que en el telediario...
“... unas fans consiguieron saltarse a los guardias de seguridad y se lanzaron hacia Louis Tomlinson, componente de la banda británica One Direction, que va a dar mañana un concierto en nuestra ciudad. Por suerte, los guardias consiguieron detenerlas a tiempo. De todas formas, para suerte de las chicas, consiguieron hablar con su ídolo y pedirle un autógrafo...” dicen en ese momento en el telediario.
<<Pero bueno, ni que fuéramos a matarle... ¿Por suerte los guardias las retuvieron a tiempo?>> es lo primero que pienso, indignada. Pero los padres de mi amiga me miran, interrogantes. Me encojo de hombros.
-No...
Blanca entierra el rostro entre las manos.
-Oh dios mío...-murmura.
-¿Qué se supone que intentabais?-pregunta la madre, seria.
No respondo, espero que responda mi amiga, que para eso es su madre la que ha preguntado. Sin embargo, ella no dice nada. Parece que de pronto tiene una terrible prisa para comer, porque da vergüenza, la verdad. No sé si es peor pensar que parece un perro que no ha comido en una o dos semanas, o un Hombre del Neardental. Una mujer, perdón. O tal vez un león. Bueno, el caso es que ahora deseo no conocerla.
Su padre se vuelve hacia mí. Me vuelvo a encoger de hombros.
-Es... algo irresistible... no te puedes controlar... olvidas las normas y, bueno, pasan esas cosas-intento explicar, señalando la pantalla.
La hermana pequeña de Blanca parece darse cuenta ahora-a buenas horas- de que su hermana ha burlado a los de seguridad, de que se ha lanzado contra un famoso, con una amiga... y que ha salido en la tele. Porque mira a la pantalla y luego a nosotras, turnándose, con una expresión incrédula y burlona que no me gusta nada. Sinceramente, no quiero saber que piensa de nosotras ahora. Seguro que nos ve como unas verdaderas locas... o algo peor. Tal vez le dé por jugar a encerrarnos en un manicomio. Pues no gracias, no pe apetece. Hace mucho que dejé de tener siete años... Aunque puede que sea hora de asumir que estoy loca.
Blanca se levanta estrepitosamente, y me doy cuenta de que yo no he terminado ni el primer plato. Me doy prisa, para evitar que me sometan a un interrogatorio que no podría contestar sin que me tomen por una chica a la que le falta algún que otro tornillo.
-Gracias-digo, al terminar.
Me levanto y llevo el plato a la cocina. Luego voy al cuarto de mi amiga; está con el móvil. Genial, otra horita calladas. Justo cuando me siento, ella se levanta de un salto. << ¡Eh! ¿Me está evitando?>>. No tengo nada que hacer, por lo que me quedo en su cama, mirando sus pósters, que cubren todo. Yo también quiero un cuarto así, pero comparto con mi hermano, y no creo que le haga gracia. A parte de que mis padres no me dejan si en sueños.
Oigo un grito, y doy un respingo. Es la voz de Blanca, que viene del baño. Me levanto y corro a ver qué pasa.
Llego a la puerta y ésta se abre. Choco contra mi amiga.
-¡Ay!-protesto, frotándome la cabeza-. ¿Qué mosca te ha picado?
-Es... ¡Harry!-balbucea. Vale, no entiendo nada- ¡Me ha mandado un Whats App!
-Ey, ey, para el carro... ¿de dónde habría sacado tu número? No lo tiene. Es imposible...
-¡Pero mira!-me interrumpe, dándome en la cara.
Me enseña su móvil, donde hay un número desconocido en Whats App. Debajo hay un mensaje, que dice:
“Hola, soy Harry Styles. Xx”
En ingles, claro. Frunzo el ceño. 

domingo, 21 de julio de 2013

CAPÍTULO 2 Narra Blanca

-¡Zayn!-chillo, llorando.
No me lo puedo creer... me lo habré imaginado... Pero no, él está allí, y ha bajado la vista al oír el grito.
-¿¡Dónde!?-me pregunta Camila, temblando.
Yo miro hacia arriba y ella me imita. Siento que me mareo, no lo creo, no lo creo... Me fallan las piernas, y empiezo a caer, pero mi amiga me sostiene. Grito más, grito su nombre, llamo a Zayn con todas mis fuerzas. Ahora toda la gente chilla, le saludan, y él devuelve los saludos. Pero me oyó a mí primero, me oyó a mí primero... y me miró.
Intento gritar aún más fuerte, y Camila me imita. Nuestros gritos se oyen por encima de los demás. Zayn gira la cabeza hacia la zona en la que estoy, alza la mano y... lanza un beso. No puedo más, me da un ataque. Lloro, y sigo chillando. Creo que me voy a secar entera. Empiezo a saltar como está haciendo Camila, para llamar su atención.
-¡Wow!-exclama Zayn, sonriendo de esa forma que me atraviesa. Aunque su voz quede ahogada por las nuestras, es la única que oigo-Hola, sois realmente increíbles...
Mientras tengo la voz de Zayn en la cabeza, mis piernas vuelven a fallar y esta vez, sí, caigo al suelo... Camila se da cuenta...
¡Plash! Algo líquido y frío me cae sobre la cara. Abro los ojos, y allí está, ¿Zayn? No, es Camila, que agita su mano ante mí. En la otra sostiene una botella de agua vacía.
-¿Qué?-consigo decir.
-Te has desmayado-responde. Tiene los ojos rojos, y seguro que yo también.
Miro hacia la ventana en la que estaba Zayn... Pero no hay nadie, me siento vacía de pronto. Pero eufórica a la vez; porque lo he visto. Un día le dije a Camila <<Si no les veo, no creo que exista alguien tan perfecto>>. Pues, bien, los he visto, y sigo sin creerlo.
-Cami... era, ¡oh dios, era Zayn!
-¡Ya!-dice ella, y gritamos.
Tras un rato ya me encuentro mucho mejor, y estoy ya algo orientada. Camila me ha dicho, para mi alivio, que todavía no han salido del hotel.
Esperamos otra media hora. La gente empieza a cansarse, pero mis nervios no hacen más que aumentar. Me doy cuenta de que empieza a haber más guardias en la parte interior de la puerta del edificio. Me levanto para ver mejor. Me da algo cuando un grupo de guardias se acerca. La puerta se abre y salen, colocándose ante nosotras. Me abro paso entre la gente, arrastrando a Camila tras mí, hasta que llegamos a la línea de los guardias. Aprieto el brazo de mi amiga, y ella protesta.
-¡Ay!-dice, y me mira, interrogante.
Los siguientes momentos son confusos. Creo ver a Liam avanzar hacia la puerta, seguido de Harry y Louis.
<<Me lo estaré imaginando>> trato de pensar, pero no, es real, están allí. Aprieto nuevamente el brazo de Camila, esta vez más fuerte, y ella gime, y me aparta la mano. Gritamos y lloramos cuando los vemos claramente. Me pregunto cómo nos dan las cuerdas vocales y las lágrimas para tanto. Ellos nos saludan. Sólo espero que nos dejen pedirles autógrafos y hacernos fotos. Algunas lo consiguen y mi corazón empieza a latir más fuerte. Esta vez es Camila la que me aprieta el brazo. Paso por delante, y me veo empujando a los guardias. Y Camila parece que me quiere ayudar, porque también empuja.
-¡Harry!-quiero gritar, pero no me sale la voz. Maldición, maldita emoción, malditos nervios.
Camila me da un empujón y de repente me percato de que estoy más allá de los desconcertados guardias. No puedo resistirme; salgo corriendo hacia Louis, que es el que está más atrás, con Camila a mi derecha.
Cuando casi les tocamos, los guardias nos retienen.
-Por favor-grita mi amiga.
-Por favor... un autógrafo... una foto-les pido a los guardias, cada vez más angustiada.
Finalmente nos dejan acercarnos a Louis, pero sin soltarnos del todo. Camila consigue coger el cuaderno y el bolígrafo que llevo en la mochila, y yo saco la cámara. Ahora no estoy segura de poder sostenerla sin que me tiemble la mano.
Estamos ante Louis, y el corazón se me para un instante, mientras trato de asimilarlo. Camila lo mira como a un fantasma.
-Hola-dice él, sonriendo.
Se me escapa un grito.
-Ho-hola-dice Camila, casi sin voz.
Le tiendo el papel y el bolígrafo, con lágrimas en los ojos.
-No llores, por favor-me dice él. Pero eso sólo me hace llorar más.
No, tengo que salir bien en la foto; me seco las lágrimas.
Camila no llora, ni grita, está como en trance, no acaba de creerse nada. Bueno, yo tampoco, pero nuestras reacciones son diferentes.
Louis se percata de mi cámara y tiende la mano para cogerla. Se la doy, mientras él tira de Camila hacia sí. Esta sigue tiesa, y se agarra a mi brazo, pero la suelto. Louis coloca la cámara y hace la foto.
-¿Puedo verla?-me pregunta, y le doy al botón de reproducción-Oh, está muy bien, sales muy bien-se dirige a Camila.
Ahora me toca, y lo sé. Tiemblo como un flan y el corazón se me va a salir por la boca cuando Louis me rodea la cadera para que me coloque a su lado. Me esfuerzo por no llorar, aunque es muy difícil. Consigo sonreír, y me doy cuenta de que es una sonrisa completamente natural, al fin y al cabo.
-Eres increíble, os quiero, a todos los cinco, demasiado-le consigo susurrar.
Él me dedica una cálida sonrisa.
-Vosotras sois increíbles-replica en el mismo tono, señalando a todas las fans-Os debemos todo lo que tenemos. Gracias, de verdad.
Las lágrimas vuelven a mis ojos con más fuerza. Estiro la mano, como para retener a Louis, que se aleja y se mete en el coche. Entonces reparo en una sonrisa que es mortal, que conozco demasiado bien. La sonrisa de Harry, sí. Y sus ojos están clavados en mí, dirigiéndome una mirada mucho más intensa de lo que puedo soportar... <<No puede ser>> me digo. Pero mi ídolo no está mirando al grupo de guardias, ni a las fans, ni a la nada. Me mira a mí, claramente. Estoy a punto de lanzarme hacia él... pero la ventana e cierra y el coche se pone en marcha, devolviéndome desagradablemente a la realidad.
Me desplomo en el suelo, junto a Camila, y entierro el rostro en las manos. <<Tiene que ser un sueño... me ha mirado... a mí>> repito una y otra vez, como un autómata. Pareceré loca...
Cuando levanto la cabeza, veo que todo el mundo se ha ido, menos Camila, que me mira, claramente más relajada.
-¿Estás bien?-me pregunta, ansiosa.
-Me ha mirado... a mí-musito.



sábado, 20 de julio de 2013

CAPITULO 1 narra Blanca



Mañana es el concierto. Hoy ya están aquí, en Madrid. Hablo de mis ídolos, de One Direction. Camila y yo tenemos entradas para pista. Intentamos convencer a nuestros padres para que nos dejaran acampar, pero claro, ellos no nos entienden y no nos dejaron. Al final nos vamos a quedar atrás, horror.

Estamos en mi cuarto, son las nueve de la mañana. Estamos haciendo una pancarta para ir al hotel a verles. Ha habido rumores de que se alojan en el Palace Hotel, pero es mentira, ellos están en el Eurostars Madrid Tower. Lo sé porque una amiga al pasar por ahí vio su autobús aparcado allí y me lo dijo, así que vamos al Eurostars.

-¿Ponemos algo más en la pancarta?-me pregunta Camila. Yo miro la pancarta, volviendo a la realidad. Hemos puesto One Direction en grande, en el centro hay un corazón con la bandera de Inglaterra en colores de Irlanda, y está bordeado de sus nombres.

-Podemos poner nombres de canciones-propongo yo, tras un rato-.Está un poco vacía.

Camila se pone manos a la obra, mientras yo me acerco a mi armario. Miro los pósters, que cubren todo menos la cama, las ventanas, el techo y el suelo, claro.

Abro el armario y empiezo a sacar ropa.

-¿Qué te parece si me pongo esta?-le pregunto a Camila, enseñándole una camiseta azul ligera, con una foto de ellos y sus nombres en negro. Deja un hombro al descubierto. Me gusta mucho esta camiseta.

Ella me mira, sin saber muy bien de qué hablo y luego parece entender, porque asiente.

-Te queda muy bien, siempre te lo digo-me dice-. ¿Y qué me pongo yo?

Vuelvo a abrir el armario y saco una camiseta con el fondo de la bandera de Irlanda y una foto de los chicos en un porche. Sé que esta camiseta le encanta a mi amiga. Cuando la ve, se levanta un salto y me la quita de las manos.

-Ya veo que te parece bien ponerte esa-comento, divertida.

-Entonces, ¿me la dejas?

-Claro, tonta.

-Voy a cambiarme-anuncia, y se va al baño contiguo a mi cuarto.

Yo sigo con la pancarta. Termino de poner los nombres de las canciones. Sigue algo vacía. Me acerco a mi escritorio y abro un cajón lleno de fotos de One Direction que no me caben en el cuarto y saco un par. También cojo un pegamento y las pego en la pancarta.

En ese momento llega Camila. Tengo que admitir que la camiseta le queda muy bien.

-He añadido unas fotos a la pancarta-murmuro, mirando una de ellas, que tengo que volver a pegar mejor.

Hago una seña a mi amiga para que vea cómo ha quedado y voy a cambiarme.

Cuando vuelvo abro de nuevo el armario, esta vez buscando pantalones. Saco unos vaqueros verdes cortos y se los lanzo a Camila. Le caen en la cabeza y pega un respingo. Luego le enseño unos vaqueros negros y otros azules. Camila me mira.

-¿Cuáles?

Se lo piensa un rato y finalmente dice:

-Los negros creo yo que mejor.

 Se levanta y enrolla la pancarta. Yo recojo una mochila en la que llevamos bocadillos y agua y me la pongo a la espalda. Reviso que tengo las llaves y el metrobús  en el bolsillo y salimos de casa.

Hace calor, para ser las nueve y media. No hay mucha gente en la calle. Andamos hasta la boca del metro Prosperidad y entramos. Llegamos al andén y vemos que hay que esperar ocho minutos. Estoy empezando a estresarme.

-Tenemos que verles-digo, y ella me mira, arqueando una ceja. Llevo toda la semana repitiendo lo mismo.

El tren llega, haciendo tanto ruido que nos tenemos que tapar los oídos. Subimos al vagó, que está casi vacío y tomamos asiento. Nos queda un largo trayecto en metro hasta República Argentina y luego hay que andar un rato. No podemos esperar. Salimos del metro y son las diez menos cuarto.

Miramos a nuestro alrededor, para orientarnos. Ahí está la primera torre. Es demasiado alta para mi gusto, tengo la sensación de que se nos va a caer encima.

Llegamos al Eurostars Madrid Tower. Yo creo que se me va a salir el corazón por la boca. Me pregunto si Camila estará igual de emocionada y nerviosa.

No hay mucha gente. Respiro, aliviada, no son muchos los que se han enterado de que están aquí. Nos abrimos paso entre la gente. Hay guardias en la puerta, por dentro. De no ser así yo me colaría. Me pregunto si Harry, Louis, Liam, Niall y Zayn saldrán para ver la ciudad o algo así. Aunque me vean, aunque hable con ellos, nunca estaremos juntos. Nunca sabrán que existo. Pero me rebelo ante esa idea. Nunca dejes de perseguir tus sueños, ¿no es eso lo que dicen todos?

Saco un bote de crema solar y me pongo en la cara y los hombros, con desgana. Odio la crema solar. ¿Por qué tendré que quemarme a la mínima radiación?

Camila mira fijamente la puerta, tiesa. Yo me estreso por momentos. Necesito verles, necesito verles...

De repente un grupo de chicas empieza a chillar y mi corazón da un vuelco. Miro a todas partes, pero no hay nadie. Falsa alarma, supongo. Las falsas alarmas son lo peor.

La puerta se mueve y pegamos un chillido, sin poderlo evitar. Pero del hotel sale un hombre que parece sacado directamente de una película americana. De traje y gafas negras, como los de “Men in Black”.

Le miro, con antipatía, aunque sé que no tiene la culpa de nada. Él sólo ha salido del hotel. Pero me había hecho ilusiones de que saliera Harry, o Zayn, o cualquiera de ellos. Pero no. Creo que esta espera va a ser larga.

Llevamos aquí una hora ya. Estamos sentadas, y no dejamos de mirar a la puerta. Estoy temblando por los nervios. Camila se muerde las uñas. Al final se comerá sus dedos. Los inconvenientes de ser una adolescente fan...

-¿Cuándo salen?-me pregunta.

<<Como si pudiera saberlo>> pienso. Ojalá lo pudiera saber.

-Saldrán para visitar la ciudad, o para saludarnos-le digo a Camila, deseando estar en lo cierto.

-Llevas diciendo eso todo el día-protesta mi amiga, nerviosa.

Y es verdad. Llevo todo el día diciendo eso, porque es lo que suelen hacer los famosos cuándo van de gira, ¿no? Entierro la cara entre las manos, tratando de controlar mis nervios, que no hacen más que crecer. Imposible, lo sé, pero necesito intentarlo o me va a dar un infarto... y no me apetece.
Se me ocurre mirar arriba, a las ventanas del hotel. Primeo no hay nada, pero luego, a punto de bajar la vista, veo, o creo ver, una mano, un cigarrillo...Una cara con la que sueño. Grito, nunca he gritado así, y me levanto de un salto. Me ha salido del alma...